Tuesday, December 15, 2009

El arte de esperar

Si de algo me puedo caracterizar es de la paciencia. Quizás poca en algunas ocasiones y demasiada para otras, pero yo quería hablar de algo relacionado. De saber esperar.

La espera nunca es agradable o por lo menos para mi no lo es. Sin embargo no me afecta demasiado. Mayormente procuro abstraerme en otros mundos o distraerme haciendo cosas. Para mi es una ventaja no ser fumador... o eso creo. Siempre he mirado con recelo a los fumadores. Es tener el pitillo en la mano y verles con una calma rotunda. Puede que sea la nicotina, no lo se. Pero, ¿teniendo tabaco se puede esperar mejor que si no eres fumador?

Sigo manteniendo que la base de toda espera es la distracción. Si mantienes la mente ocupada el tiempo transcurre mágicamente más rápido. Algunos optan por llegar tarde a la cita y así evitarse la espera. Pero, ¿qué haces si tienes que ir a urgencias? Allí las esperas son tortuosas y si además llevas algún tipo de dolor insoportable es demencial.

Mi truco, por llamarlo de alguna manera, es vaciar la mente. Fijarme en los detalles de la habitación, silla, suelo, esquinas,... todo. No perder detalle de todo lo que te rodea. Pero sobretodo inventarme historias con las personas que están también esperando. Me gusta fijarme en los pequeños detalles que muestran su carácter, la ropa, su voz, etc. Todo esto se puede ver condicionado si en la sala de espera sólo estamos 4 y el tambor (me encanta esta expresión) o nadie habla.

Hace poco estuve en el ambulatorio esperando mi turno y en la espera me ayudé de la conversación que estaba teniendo una persona mayor con otra. Bueno, el caso es que en principio o de pasar fugazmente por el lugar se diría "conversación". Pero la receptora sólo respondía repitiendo la última frase o palabra y asintiendo de vez en cuando. La señora hablaba de sus perros y de la ONG canina en la que ha convertido su casa. Parece que rescataba a todo perro que se encontraba por la calle y le daba cobijo y alimento. Comentaba también que su hijo estaba por echar a la mitad de los perros pero que ella no le dejaba. Relató también la historia de un perro que recogió y se lo dio a alguien. Éste se deshizo de él y paso a otro dueño, y así sucesivamente. El perro había sido víctima de malos tratos y mordía a todo el que se le acercaba menos a ella (su salvadora). Así que el perro volvió con ella. Fue en ese momento cuando la otra señora iba a comentarlo y la narradora/monologuista le interrumpió que me dí cuenta que además de estar esperando su turno para contarle sus penas al médico, la señora receptora estaba sufriendo la espera por partida doble. No sólo tiene que aguantar una conversación que se la trae floja sino que además no podía ni hablar.

Es la ley del más fuerte. La amiga de los perros se impuso a su amiga receptora, que no fue capaz de soltar una frase coherente sin ser interrumpida. No la llegué a ver, pero creo que cuando la llamaron entró escopetada a la consulta. Pero bueno, creo que todos lo hacemos. Es oír nuestro nombre y se acabó la espera.

En la hora y pico que estuve esperando en la consulta no me acuerdo que más pasó por mi cabeza. Fue el puente pasado y me dejé el libro de Flashforward en casa pensando que me cogerían pronto (iluso!). En fin, supongo que me pondría a repasar el fin de semana tan entretenido que pasé en casa gracias a la fascitis.

Ahora mismo estoy escribiendo un post porque estoy esperando. Estoy a la espera de algo que no va a llegar hoy. Y en estos momentos mi tío me llama para ver el Intermedio... como ya os he dicho, la base es la distracción... vuelvo cuando acabe jaja.

(viendo la tv)

¡Volví! y como me temía mientras me alejaba del teclado... no iba a continuar escribiendo. Cada cosa tiene su momento y mi momento bloguero se ha terminado por hoy. Y como sigo esperando me voy a ver si me leo la teoría de la segunda asignatura del postgrado.


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